Hay futbolistas que nacieron para ser titulares
siempre y hay otros a los que la comodidad de la banca les queda bien. También
están los que asumen la responsabilidad de tirar un penal al minuto 90 cuando
el marcador está empatado y hay quienes prefieren alejarse de la zona, voltear
a su portería y esperar para acompañar en la celebración o en la desazón.
No elogio ni critico a ninguno, todos somos libres de elegir qué papel jugar.
Así es en el periodismo y en la vida.
Ante los últimos acontecimientos suscitados en el
futbol guatemalteco me he preguntado: ¿Qué rol debe asumir el periodista de
deportes en la crisis?
No ha sido muy difícil obtener una respuesta, basta
con refrescar la memoria. La principal función de un periodista es informar con
veracidad y objetividad lo que sucede. Ir a las fuentes, corroborar y publicar.
Pero, no es solo eso. El periodista tiene una
obligación social, una responsabilidad moral que va más allá.
Recién leí un artículo en el portal Sala de Prensa
titulado “Repasando las funciones elementales del periodismo”, escrito por
Richard Rodríguez Revollar, en el queda claro que el ser periodista significa
mucho más que publicar una noticia.
Citando a Alejandro Miró Quesada, Rodríguez Revollar
precisa que “el periodismo ha sido el más importante instrumento para reformar
la sociedad”.
¿Podría entonces el periodismo de deportes ser un
importante instrumento para reformar el futbol guatemalteco?
Ante la coyuntura se abre la oportunidad de dejar de
ser simples espectadores y convertirnos en entes de cambio, de jugar el
verdadero papel, de asumir con responsabilidad todas las funciones del
periodismo identificadas por Rodríguez: Además de informar y entretener; educar,
orientar, fiscalizar y servir a la sociedad.
Es momento de dejar la comodidad y trabajar para
construir un mejor futbol. Ya basta de permitir que la corrupción reine en las
entidades deportivas del país.
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