Lo que sucede con Deportivo Petapa, lo que pasó con Marquense, lo que
acabó con Coatepeque y con otros tantos equipos del futbol guatemalteco tiene una
causa: Hay instituciones que existen solo gracias a benefactores.
Municipalidades, jerarcas de la localidad y políticos aportan
económicamente a los clubes –con múltiples objetivos- sin tener una visión
clara de lo que desean conseguir en términos netamente deportivos.
Es evidente que las Munis tienen (y deben tener) otras prioridades
antes de “patrocinar” un club de futbol. Por eso su apoyo se debería limitar a
prestar el estadio Municipal, quizá no cobrar los gastos en los que se podría
incurrir su utilización. Pero, hasta para eso, debería tener ciertos
requerimientos, como que el equipo inscriba X cantidad de jugadores de la
localidad en su plantel.
Cuando hablo de jerarcas me refiero a personas individuales que
aportan grandes cantidades de dinero y se convierten en los máximos
auspiciadores del equipo, más tarde se aburren, se van y el equipo se queda en
el aire.
También hay políticos que llegan, aportan, consiguen su objetivo y se marchan.
Es por eso que en Guatemala se debe empezar a pensar en un futbol
industrializado. Con ligas en donde los clubes tengan dueños, personalidad
jurídica y bases y estructuras destinadas a tener una institución auto
sostenible. Que se mantenga con los aportes de patrocinadores, que lleguen en
base a una buena gestión de comunicación y mercadeo, pago de derechos de
transmisión y, por su puesto, ingreso de aficionados. Además, de la venta de
futbolista, algo que algunos dirigentes todavía ven imposible.
Es momento de abrir la puerta a la industrialización del futbol en
Guatemala.
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